Una piedra en el camino.


Una piedra una vez dijo que cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla. Lo que nunca imagino es que de tanto temblor un día ella misma terminará en estallar en mil pedazos.

 

Todo un pueblo desgraciadamente ha sufrido la miseria por los delirios de grandeza de un solo hombre. Que creyendo ser Dios en la tierra, quiso implantar sus propias reglas con mano dura y cuello verde. Prometió tanto que se le olvidó todo lo que dijo, por lo tanto nada cumplió. Sin embargo no olvidó crear todo un aparato de poder que perseguiría a las iglesias, a los homosexuales, a los liberales y a una juventud irreverente que con melena larga no bajó la cabeza ante un barbudo que le decía como tenían que vivir y pensar. Esa misma piedra, como dice la canción, nos hizo rodar pero antes de los diez millones se detuvo. Entonces, en un barca llamada libertad, hacia el norte emigró un padre, un hijo, un cubano. Con lágrimas en sus ojos y miedo en su corazón, huyó de su propia tierra, de su Patria. Porque allá lo llaman gusano por creer en un futuro diferente, por pensar diferente.

 

Esos hombres que como humildes se hacen ver y como reyes han de comer y beber. Dicen seguir a Martí. El apóstol cumpliría de nuevo condena con cadenas al ver como Abdala, por gritar <<Patria, Vida o Libertad>> el silencio y el maltrato sufre en su propia casa. Donde ya no es un rey extranjero el que gobierna o un asno con pata el que manda, es un títere de múltiples cabezas el que dirige millones de vidas con el lema “Haz lo que digo, no lo que hago”.

 

En juicios exprés como los cafés y en cafeterías privadas, se deciden las vidas de cientos  de ciudadanos cubanos, incluso menores de edad que son condenados a décadas de cárceles por el simple hecho de alzar su voz. Madres que lloran y en vela piensan si un día serán libres sus hijos de nuevo. Les digo que no hay que pensar que un día que pasa es un día más de abusos, atropellos y vergüenza nacional; no, es un día menos de Dictadura y de lacayos que se comportan como rayadillos.

 

Una Moneda Nacional que poco a poco adquiere el mismo valor que el papel sanitario. Lo patriotas que que están en ellas ilustrados, miran con vergüenza y desagrado al gobierno que los imprime. El trabajador cansado y sudado tiene que oír el descaro que con su trabajo alcanza para el sustento de su familia. Cuando su salario real apenas le alcanza para pagar la factura de la corriente eléctrica y ver en una mesa, que en vez de redonda es un triángulo de cabeza, a marionetas decir lo que le han dicho que digan, mentiras. Pero así han engañando a mi abuela, a tu abuelo por más de sesenta años, pero sus nietos en Facebook, en Twitter dicen que esto es una mierda. No el país sino a los sin vergüenzas que se han enriquecido con nuestra tierra. Los mismos que dicen que con lo que se da en la libreta alcanza para vivir, sino que miren sus barrigas que no lo dejan mentir. Pero se quejan de no recibir por más de dos años remesas, las que se generan en el capitalismo que tanto odian y critican, pero que sus familias tanto visitan.

 

Ese hombre que le arrebató el poder a un tirano, usurpó el poder para sí mismo y cuando se cansó lo compartió con sus amigos. Ese hombre fue la piedra en nuestro camino. Después de haber gozado de la democracia para defender sus ideas nos las arrebató de las manos para implantar sus grandilocuencias. Yo no soy Fidel, yo soy Oscar, un cubano más que quiere libertad.

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